martes, 21 de abril de 2009

La Caminata... (Mandibula Cerrada)

2 Mandíbula cerrada…


Llegar a casa fue siempre un alivio; no podría, así quisiera, olvidar esas madrugadas largas, cuatro o cinco de la mañana cuando ya el sol raspaba las nubes abriéndose paso y apenas podía mantenerme en pie, sin saber como había llegado, solo atinaba a caer en la cama y despedirme del mundo, mientras todos los sentidos de golpe se apagaban por completo…

Por obvias razones, yo había hace mucho dejado de lado mi relación con el alcohol, es mas no podía evitar pensar en como estaban los muchachos, mis amigos…. No pensé, la verdad extrañarlos tanto en tan poco tiempo; por lo tanto ahora llegar a casa era aun mas placentero, cada salida podía ser la ultima.
Ese día, un miércoles si mal no recuerdo, me senté en el balcón del cuarto de mis padres a mirar pasar la noche, los demás dormían, la oscuridad era absoluta, solo uno que otro resplandor titilaba en alguna ventana lejana, el silencio, como me molesto en ese momento ese tétrico silencio en la ciudadela, sabíamos que aun vivían muchas familias, pero todo el mundo estaba demasiado asustado como para salir de casa y hacer el papel de buenos vecinos, doblando la esquina a un par de calles, vi un solitario avanzando, se tambaleaba… a veces los movimientos erráticos de sus pies le provocaban pequeños tropiezos, pero nunca terminaba de caer, ahora lo sabíamos, ahora mas que nunca temíamos a diario, podrían estar en cada esquina, debajo de los autos… no sabes cuando o como pueden aparecer, al abrir una puerta o simplemente vagando por las calles.

Se los veía desorientados, sin camino, solo cuando encuentran algo o a alguien reaccionan, es verdaderamente espeluznante verlos, no fruncen el seño pero si abren los ojos completamente, casi estoy seguro de que se lastiman al hacerlo de esa manera, sus manos se levantan con torpeza tratando de agarrar lo que ven, su quijada tan abierta, pocos tienen labios, al poco tiempo los pierden, eso nos llevo a pensar que los músculos de sus caras no funcionan, y el choque de sus dientes contra los huesos termina destrozando los labios, las dentaduras siempre rojas y amarillas, con pequeños trozos negros de carne colgando; producen un aullido, empieza como un grito y se ahoga hasta volverse un constante y prolongado quejido, podría ser el dolor del hambre…. .

El solitario no parecía notar nada, es difícil saber que pueden ver o que pueden escuchar, a veces, parecería que son casi bestias míticas, que pudieran verte a muchos metros o escucharte o incluso olerte, pero otros son como sacos de huesos andando, a los que prácticamente tendrías que ponerles el brazo en la boca para verlos moverse; aun así ese solitario se movía, y aunque estaba lejos aun, no podía evitar ponerme en guardia, su existencia era para mi un motivo de preocupación, después de todo… no es lo mas común del mundo despertar un día a un mundo donde si alguien muere debes correr a destrozarle la cabeza… donde nadie esta seguro, donde el dinero no sirve para nada, mas que para engañar a idiotas ingenuos que aun creen que pueden asegurar su vida comprando sus antiguas libertades… ni todo el oro del mundo nos salvara cuando las bocas se cierren… cuando escuchas el chasquido de los huesos rompiéndose y los gritos de las personas a la distancia…, nadie nos salvara de todo este infierno, solo nos queda sobrevivir como podamos, mi padre no a perdido la esperanza, el dice que debe existir una forma de detener la propagación del virus, de suponerse que sea esa la causa, puesto que no se sabe nada a ciencia cierta, por lo que a mi respecta, cabe cualquier explicación, ya sean criaturas del espacio exterior jugando al ajedrez cósmico o el castigo del mas vengativo de los dioses, sea lo que esto sea, es el fin de la raza humana como la conocemos y será el surgimiento de un nuevo individuo que logre adaptarse a este mundo donde la vida dejo de ser un derecho y se transformo en una carrera de evolución acelerada.

Al regresar la mirada a la lejana callejuela, no pude evitar tomar los binoculares y tratar de observar de cerca y con detenimiento lo que a simple vista mis ojos no creían, a la distancia logre ver un grupo de tres personas avanzando espalda contra espalda, armados con varas largas de acero y puntas afiladas, distinguí a dos hombres y una mujer, de inmediato prendí la linterna de mi padre, una muy grande que guardaba en su auto por si el carro se dañaba en la mitad de la noche, tenia mucho poder, y la dirigí hacia ellos, la prendí y la apague un par de veces para llamar su atención, dirigirlos hacia mi, al notar que me habían visto y que empezaron a moverse en dirección a nuestra casa… solo en ese momento me di cuenta de lo que había echo, había puesto en peligro a toda mi familia por la seguridad de un trío de completos extraños, como saber ahora si esas personas eran de confiar, o eran delincuentes, como racionar la comida con tres bocas mas que alimentar, pero ya era tarde para todo esto y ya sabríamos como arreglarnos luego. Desperté a todos en casa para que pudieran estar alertas y les explique la situación lo mas rápido que pude, mientras mi padre y mi madre vigilaban asustados desde el balcón de la casa, mi hermano y yo salimos de nuestra remendada fortaleza armados y bien cubiertos, de otra forma mi madre simplemente no nos dejaría salir de la casa.

Al saltar la cerca todo se volvió muy distinto, hacia mucho tiempo que no salía por la noche, mi hermano llevaba un cuchillo prolongado que mi mama usaba para cortar pasteles, ahora luego de afilarlo su uso era distinto, y un palo de escoba largo con una punta de destornillador, yo por mi parte no podía dejar de lado el machete y llevaba también mi propia lanza casera, hacia mucho frío, mas de lo usual… el viento llegaba hasta nuestras caras y golpeaba con fuerza mientras movía las plantas secas y descuidadas del vecindario, las cuales producían un silbido que solo azuzaba nuestro terrible temor a ser atacados, avanzamos varios metros en la dirección de el trío que a su vez avanzaba hacia nosotros, de pronto el silencio se rompió en mil pedazos, como agujas en mis oídos el grito de mi madre me espanto hasta el punto en que corrí un par de pasos de regreso a la casa, hasta que a mi cerebro llego el mensaje completo, “!A LA IZQUIERDA!” … el tiempo que me tomo a mi girar la cabeza para ver en la dirección que mi madre desde el balcón señalaba con desesperación, fue mas que suficiente para que mi hermano atravesara la punta de destornillador en la cuenca de un pequeño niño de no mas de diez años, el diminuto demonio estaba a penas a unos escasos centímetros de mi pierna, pero su boca había sido asegurada con un grueso hilo dejando su mandíbula totalmente cerrada, arrastrándose sobre sus mutiladas piernitas, se había acercado por debajo de algún auto y nos había tomado por sorpresa, gracias a la cabeza fría de mi hermano logre sobrevivir ese día.

Por fin nos encontramos con el trío, justo al inicio de nuestra calle, solo saludamos y dejamos las presentaciones para luego, nos movimos con velocidad hasta la cerca de la casa… nuevamente llegar a casa era un alivio.

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